Raúl Salcedo, bailaor y torero

martes, 7 de septiembre de 2010

Los personajes de la Plaza Mérida


Agosto 2010
III. EL JUEZ DE LA PLAZA
Ulises Zapata León trabaja en una institución de educación media superior en donde es Director Técnico de Planeación y Presupuesto, y Ulises es también, el Juez de la Plaza Mérida.


Ulises Zapata, el Juez

PRIMERA LLAMADA: CUNA TAURINA

"La tauromaquia forma el carácter, es formadora de personas"
Uno de los estados más taurinos de México, Tlaxcala, fue su cuna. Con más de sesenta ganaderías registradas, las tierras tlaxcaltecas han dado grandes figuras al toreo, como Rodolfo Rodríguez “El pana”, Rafael Ortega, Uriel Moreno el “Zapata” y José Luis Angelino, por nombrar algunos. También ahí se erige una de las plazas más grandes del país, la Plaza de toros Jorge Ranchero Aguilar, y una de las principales festividades de la ciudad es la “huamantlada” que emula el festejo de Pamplona.
Su padre, cirujano partero, en un esfuerzo conjunto con otros médicos, crearon el Capítulo Mexicano de Cirugía Taurina, con la idea de formar quirófanos móviles que las empresas pudieran contratar y que llevaran el servicio médico pronto y bien atendido a plazas de primera y segunda categoría. Durante la niñez, en lugar de festejar sus cumpleaños partiendo piñatas con los amigos, en las fiestas les soltaban vaquillas y se las dejaban venir, y ahí entre revolcones, sustos y lágrimas, conoció de cerca al ganado bravo, que se convertiría en su vida. Una corrida en la Plaza de Toros La Taurina, de Huamantla, es la que recuerda con precisión como la primera vez que asistió a una. En esa ocasión el novillero, que era hermano de un amigo del colegio, cuando toreaba a su novillo, éste lo embistió con tal fuerza, que ya no pudo seguir. Pero eso no impresionó a Ulises, que apenas tenía seis años, sino el enojo del padre incitándolo a volver al ruedo y terminar la faena, mientras el chico lloraba. La gente que lo rodeó durante la niñez y en su juventud eran todos taurinos y a fue con ellos que se inició en el conocimiento del toro de lidia y aprendió cómo era el pelaje, la pinta, la cornamenta y alguna que otra seña particular de los astados. Entre más conocía más gusto le tomaba a la Fiesta Brava y se decidió a practicar el toreo primero con becerros, en festejos privados. Se sentía embrujado ante la figura imponente de la res de lidia. Más tarde le hizo de novillero práctico, conoció el miedo y entendió que la gente que se dedica al toreo, tiene que tener un carácter especial. Su gusto por los toros lo llevó a estudiar Medicina Veterinaria e hizo su tesis sobre toros de lidia. En la Universidad Autónoma de México estudió la especialidad en cortes histológicos para detectar si han sido tocados los pitones después del post mortem. A punto de iniciar una maestría en España sobre el mismo tema, conoció a una mujer yucateca y la ciudad de Mérida se convirtió en su próximo destino taurino.

SEGUNDA LLAMADA, A LA PLAZA, COMO MÉDICO VETERINARIO

Fue una demanda de la Comisión Taurina la que propició que el ayuntamiento en turno le encomendara la misión de un post mortem en un festejo. Su reporte fue equiparado con el de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Yucatán y ambos coincidieron en que las características del encierro no eran las reportadas por la ganadería. En esa ocasión las autoridades municipales en acuerdo con la Comisión Taurina vetaron al Juez de Plaza en turno y al médico veterinario y levantaron un veto de cuatro años a la ganadería, además de imponerle una multa. Por cierto, la ganadería era de Tlaxcala y pertenecía a unos amigos de sus padres. No había duda de su vocación, parecía una prueba de la vida. Y la aprobó.
Una llamada telefónica lo devolvió a los toros. Era Don Leopoldo Cortés, de la Comisión Taurina Municipal, que lo invitaba a unirse al equipo, ya que tenían la intención de integrar a un médico veterinario con conocimientos específicos sobre toros de lidia y con funciones bien definidas en el desarrollo de la Fiesta Brava. Y aceptó. Una vez aprobado por las autoridades en turno y por los demás integrantes de la Comisión, comenzó su labor de médico veterinario de plaza. Con esta función se dio un paso más a la formalización del festejo taurino en Mérida. Se establecieron actas, reseñas e informes que garantizaban que los encierros fueran justamente aprobados, se implantó el post mortem como requisito indispensable para evaluar a los astados, se supervisaron los desencajonamientos y se empezaron a llevar los registros de los festejos al Departamento de Espectáculos de la Alcaldía. Más tarde, los resultados de su trabajo en la Plaza lo posicionaron como candidato al palco de Juez, y en una terna de tres, fue el elegido.

TERCERA LLAMADA, AL PALCO COMO JUEZ

Hace nueve años lo nombró Juez de Plaza el alcalde en turno. Es sabido que ser su representante y la máxima autoridad de la plaza conlleva enfrentar situaciones difíciles cada vez que hay una corrida. El Juez no sabía que al ocupar el palco tendría que estar dispuesto a pagar un precio. A veces amenazas, alguna agresión e incluso reproches de su familia por no estar en casa los domingos. Nada lo distrae a la hora de cumplir su mayor responsabilidad, velar por los intereses de la Fiesta Brava y del público y hacer que cada festejo sea íntegro. El momento de evaluar un encierro significa para el Juez un primer filtro y es muy significativo porque es donde se evalúa la categoría de los toros y es el momento de aplicar el reglamento con toda el rigor. El sorteo es uno de sus rituales taurinos favoritos. Cada vez que hay uno, llega unas horas antes a la Plaza a supervisar a los astados, da una vuelta a los corrales y una vez que está convencido de que todo está en orden, convoca al sorteo. Un momento del ritual que le parece de lo más tradicional es cuando se anotan los lotes en los papelillos de arroz y se “aprietan”, tal como se hacía en 1896. Disfruta de echarlos al sobrero, desearles “suerte” a todos y después ir revelando los lotes que le tocarán a cada matador.
"Yo no sé como pudieron conjugar tantas cosas en la tauromaquia, es tan completa, es perfecta, no hay nada que agregarle o quitarle, desde siempre"
Cuando entra a la Plaza, momentos antes de la corrida, no hay duda de que él es la autoridad. En las calurosas tardes meridanas, sube impecable al palco combinando su seriedad con chaqueta y sombrero. Ahí lo acompañan el asesor técnico y el cambiador de tercio de quienes aprecia y respeta sus comentarios y observaciones durante el festejo.
Año tras año se ganó la confianza y el respeto del público aficionado, ganaderos y matadores y eso lo cuenta como su logro más importante como Juez en la Plaza.  Y lo mismo le pasa cuando de entregar trofeos se trata. Todo empieza con el aplauso del público a un torero, una salida al tercio o una vuelta al ruedo. Recuerda al Fandi, cuando en una ocasión salió al tercio y el público le pedía que diera la vuelta al ruedo, pero él no quiso, sabía que no lo había merecido y no lo hizo. Lo mismo al Juli que una vez le miró desde el ruedo, como pidiéndole que no le otorgara una oreja que el público pedía, y que el Juez mismo no había aceptado. Al mantener firme la decisión el matador le sonrió tranquilo y complacido.  Lo más importante cuando toma una decisión a la hora de premiar, es el apoyo y el entendimiento del público y del matador. Si el público lo ayuda y lo apoya a otorgar los premios, se siente satisfecho. El gran honor de otorgar un rabo lo ha experimentado sólo una vez y fue a Ortega. Una faena formidable y una estocada certera a un toro de Barralva. No hubo duda  y Juez y público estuvieron de completo acuerdo.
El palco también ha sido escenario de momentos divertidos para el Juez, como cuando sorprendió dormido al del clarín, quien al despertarse, inoportunamente tocó el instrumento repetidas veces, cuando la situación ameritaba que lo tocara una sola vez. En otra ocasión un matador y su subalterno le pedían una oreja que él no aprobaba, y estando en acalorada discusión, una aficionada que estaba cerca le grito: ¡Sonría Juez! ¡Se ve usted mejor sonriendo que enojado!

DE CORRIDAS, TOROS Y TOREROS

Para el Juez todos los momentos de la corrida son importantes pero a Ulises, el que más le gusta es el tercer tercio, momento de apreciar la codicia y nobleza del toro, y la técnica, el valor y el arte del torero. El mejor toro en el ruedo es el que transmite fiereza, el que acude al caballo, el que pelea con codicia. Y el mejor torero debe combinar valor y técnica para entender al astado. Es el que puede llevarlo al sitio exacto donde quiere colocarlo y es el que sabe darle el castigo justo para ayudarlo en la lidia. Y aunque admira a los toreros y los respeta, le gusta el estilo de Belmonte, porque no estaba de acuerdo en que se castigara innecesariamente al toro. También le gusta Manolo Martínez y Manzanares padre.

¿LA ÚLTIMA LLAMADA?

“El toreo no es un circo, es una actividad que se ha profesionalizado y por eso hay que tenerle respeto”
Así empieza su reflexión sobre el futuro de la Fiesta. Nunca estaría de acuerdo con desaparecer las corridas de toros y considera que los taurinos deben unirse y evaluar la manera como se realiza el espectáculo hoy en día, lo que se está haciendo mal o lo que se ha dejado de hacer, para entonces poder hacerlo mejor. Hace un llamado a científicos estudiosos del toro de lidia, a los ganaderos, a los expertos en temas taurinos y a todos los involucrados en el festejo a no quedarse rezagados ante la situación por la que atraviesa la Fiesta; y así, con conocimiento y hechos, fortalecer y garantizar su permanencia.
"Es momento de hacer una pausa y reflexionar sobre el cómo se está haciendo la fiesta, si la amamos, hay que dejar de ser soberbios para poder callar esas voces que ahora la ensombrecen"
Y así la termina, pensativo.

LA SIGUIENTE LLAMADA, EN ESPERA

Al momento de la entrevista no se le ha notificado su permanencia en el palco y el Juez espera con paciencia la siguiente llamada.

TAUROMAQUIA, LA VIDA

En el palco o como espectador este hombre de espeso bigote ha hecho de la Tauromaquia una manera de vivir. No se imaginó que no importaba donde estuviera, si en Tlaxcala, Madrid o Mérida, la vida, los toros, lo regresarían siempre a su querencia.

"La tauromaquia es mi vida, es verdad, es belleza, simetría, color, música, es la lidia, es una circunferencia, es el público"