Por: Ursula Sánchez Rocha
Toro de Sinkeuel
La figura del toro se hace presente en los relatos que las comunidades mayas actuales del estado de Yucatán, en México, cuentan como parte de su historia. Estos relatos se han transmitido de generación en generación a través de la tradición oral.
Cuna de importantes ganaderías de toro bravo, Yucatán fue también tierra de indígenas y asentamiento de la cultura maya. Ahí también se gestaron éstas historias, en las haciendas, que constituían un pequeño mundo autosuficiente, una especie de embrión de ciudad.
A fines del siglo XVII, el desarrollo ganadero se afianzó en Yucatán. La ganadería de Sinkehuel es un buen ejemplo. Fundada en 1896, es una de las primeras ganaderías de toro bravo que se establecieron en Yucatán. En 1842, era una hacienda henequenera del municipio de Maxcanú, pero desde 1783 contaba con ganado criollo. En aquel entonces ya se lidiaban sus reses en las ferias meridanas de Santa Lucía y Santiago. Su dueño don Simón Peón, que era seguidor de toreros como Pepe Hillo y Juan Moreno El Africano, decidió realizar un encaste. Fue en 1896 que se encastó la ganadería con toros sevillanos de don Joaquín Murube Monge. Trajeron desde Málaga 40 vacas para pie de cría y cinco sementales. La presentación de los primeros cuatro toros de Sinkehuel con sangre española se lidiaron en 1903 en el Circo Teatro Yucateco.
LA TRADICIÓN ORAL
La importancia de la tradición oral reside en ser uno de los reductos de la identidad indígena de los mayas actuales de la Península de Yucatán, la cual ha estado y está fuertemente vinculada con las creencias religiosas antes y después de la Conquista y mantiene viva la integración de un grupo que lucha por sobrevivir.
En su devenir histórico, las culturas mesoamericanas colonizadas crearon o adoptaron un conjunto de leyendas, mitos, historias, narraciones de experiencias personales y ritos que forman parte de un acervo que integra al pasado con el presente y que es reconocido por los integrantes de cada grupo como su patrimonio. Generalmente, se trata de relatos cuyo autor es la propia comunidad, es decir, pueden ser considerados como creaciones colectivas cuya transmisión se realiza mediante la tradición oral de cada grupo étnico, que encierra una fracción del pensamiento indígena popular.
Todas las narraciones que forman parte de la tradición oral se encuentran, por lo general, ambientadas dentro del contexto del grupo en el que se cuentan, ya que el pueblo que las produce o acepta, les va imponiendo poco a poco las características de su cultura.
Hay relatos que dentro de su argumento llevan una enseñanza y de esta manera se convierten en mecanismos de transmisión de ideas morales, ejerciendo así una función específica dentro del grupo, a diferencia de otros grupos que ponen de manifiesto ideas míticas y religiosas referentes a creencias de diversos tipos o que proporcionan explicaciones de distintos fenómenos de la naturaleza.
La tradición oral nos muestra, por medio de la expresión verbal, los aspectos de la cosmovisión de la gente. Es un conjunto de relatos o testimonios que forman parte de la memoria colectiva de un grupo y que se manifiestan en la comunicación entre los integrantes de una sociedad o de una comunidad específica. Estas narraciones no se dan en un lenguaje común, lleno de conceptos, sino en uno simbólico, porque expresa una realidad percibida intuitivamente, una vivencia especialmente emocional y valorativa del mundo, que sólo se puede comunicar a través de imágenes simbólicas.
En los relatos recopilados en la comunidad, personajes como el toro de dimensiones, la relación entre una persona y un ser que excede los términos de la naturaleza les da a los habitantes una conveniente dirección para referirse o hablar de sus creencias en lo que no puede explicar.
Seres poderosos
En Calcehtok cuando la gente narra o cuenta una historia hace especial énfasis, al describir a los personajes principales, en atributos tales como las dimensiones, la fuerza, la energía o el poder que éste puede ejercer sobre la persona con la que se ha relacionado en la historia, para explicar o reconstruir fragmentos de su pasado.
Actualmente la idea de seres humanos poderosos que tienen nexos de alma especiales con los dioses está documentada en el pensamiento maya clásico por algo más que simples imágenes.
Los wayob de la imaginería maya clásica aparecían bajo muchos aspectos, entre ellos formas humanas, animales de toda especie y combinaciones grotescas de cuerpos de ser humano y animal. A los wayob se les representa bailando como seres humanos, aunque también pueden flotar en el aire por encima de la acción.
Los antiguos mayas también se transformaban en sus wayob cuando hacían la guerra, y es muy probable que consideraran a los planetas y las constelaciones como wayob de los dioses y sus antepasados. Hoy día en toda la región maya abundan historias de gente perseguida en la noche por wayob con aspecto de animales.
Identidad étnica
Es una identidad específica resultante de la trayectoria histórica de un grupo humano, poseedor de un sistema organizacional, eventualmente lingüístico y cultural diferenciado de otras unidades sociales. Lo que caracteriza a una etnia no es el conjunto de sus rasgos culturales, o el indicador lingüístico, ni su tipo organizacional singular, ni su historia particular sino la integración (no la suma) de estos factores a nivel de las representaciones ideológicas colectivas del grupo en cuestión.
La tradición profética explica también la prontitud con que los mayas adoptaron las instituciones religiosas y políticas de los españoles. No era la primera vez que habían sido conquistados por un pueblo con una cultura ajena. Ya antes había asimilado culturas foráneas y rápidamente volvieron a hacerlo. El resultado fue una síntesis de los esquemas culturales. El término antropológico para este fenómeno de culturalización es “sincretismo”: la integración (y la consecuente elaboración posterior) de aspectos escogidos de dos o mas tradiciones históricamente distintas.
EL TORO EN LA TRADICIÓN ORAL DE CALCEHTOK
Algunos relatos recopilados de la tradición narrativa del poblado de Calcehtok, municipio de Opichén, Yucatán; perteneciente al grupo étnico maya:
El día que derrotaron a Jwan Tul
“Desde que tenía 15 años, yo iba de cacería por las noches, ya que era muy egoísta, siempre iba solo pues no me gustaba compartir nada. En una ocasión estaba espiando tepezcuintle desde arriba de un árbol, cuando apareció un señor con un toro, quien me dijo:
-¡baja de ahí!, pues si no, bajarás a la fuerza.-
Pero no hice caso y como tenía escopeta pegué dos tiros y alumbré con mi lámpara y con la luz desaparecieron hombre y toro. Y yo estaba contento pues derroté a ese Jwan Tul.”
El toro con la estrella en la frente
Cuenta Don Roger que en el año de 1955, estaba a la orilla de una gruta cuando escuchó el aviso de un toro negro con una estrella en la frente. A las ocho de la mañana, iba caminando hacia la milpa para cosechar mazorca, cuando escuchó cinco pitos parecidos a los de un trailer como a dos kilómetros.
A la media hora el toro estaba rodeado por mil animales de diferentes razas: vacas, becerros, toros grandes y chicos. Dijo que tuvo miedo y se subió a un árbol y se dio cuenta que el Jwan Tul lo estaba mirando a la cara y le dio más miedo. Se bajó del árbol y se fue corriendo hasta la milpa. Cuando regresó el toro estaba en su corral, pero a los treinta días murió. El dueño del toro lloró muchísimo ya que éste pesaba 700 kg, y medía 2 metros de largo y 180 de altura y era todo negro. Le ofrecieron 500 pesos por el toro, pero no quiso venderlo.
El toro que desapareció en la gruta
“En el año de 1900, el patrón de la hacienda Calcehtok hizo una invitación a sus amistades para que conocieran las famosas grutas de Calcehtok. Fue un domingo. Llegaron los 50 visitantes de Mérida que había invitado y el patrón le dijo a un vaquero que fuera a las ruinas de Oxkintok a traer un toro grande porque se los iba a ofrecer de almorzar a los visitantes. El vaquero ensilló su caballo y se fue, llegó al corral, le puso el lazo en el cuerno al toro y lo llevó para la hacienda. En el camino hay una gruta. Llegando cerca de la orilla de la gruta el toro dio un brinco y se tiró hacia adentro de la gruta y jaló al caballo y al vaquero. Se cayeron los tres y mientras en la hacienda, estaban esperando al vaquero que nunca llegó. Era la gruta Chuyen Balam. El patrón avisó a toda la gente para que vaya la gente a rescatar en el monte de Oxkintok. De ida no lo hallaron y al regreso acecharon la gruta y se dieron cuenta que estaba ahí, pero muerto. Chuyen Balam es una gruta de hondo 40 metros, ninguna persona quiso entrar a sacar el cadáver. El año de 1990 llegaron unos espeleólogos y entraron a las cavernas Chuyen Balam y ellos lo sacaron. En la cueva encontraron los huesos del vaquero y del caballo, pero los del toro, nunca los encontraron.
El toro y las corridas
Contaba Don Roger que para convertirse en Jwan Tul, primero hay que montar un toro, de ésta manera se termina de realizar el pacto con Satanás, y entonces se vuelve otra vez como hombre. “Cuando veas un toro negro con una estrella en la frente es Jwan Tul.”
Éste toro es de enorme tamaño. Éste hombre que hizo el pacto debe participar en alguna corrida de toros. Si ve que a un toro no lo torea otro torero, él debe lanzarse al ruedo, quitarle la capa al torero y torearlo, esto lo tiene que hacer solito. Entonces ésta persona empieza a torear al toro como lo hacen en las plazas de toros, - “como en la plaza de toros Mérida, igualito”. - Cuando termina el público se lo agradece con aplausos, pero tiene que cansar al toro, seguramente le van a tirar dinero en el suelo y él lo tiene que recoger. Y así lo tiene que hacer en cualquiera corrida, para que la gente vea que es buen torero y muchos de los organizadores lo va a contratar; pero eso sí, él va a pedir un precio elevado. Después de diez o veinte años va a llegar su día, va a finalizar su vida en las corrida de toros, y la manera como se va a dar cuenta, ya que él no lo sabe, es cuando entre un toro al ruedo. Lo va a torear, pero si ya llegó su día, el toro lo va a matar en ese mismo lugar. Así es la vida de un hombre que tiene pacto con el Jwan Tul. El toro es gordo, bonito, alto, con la cola larga, así es un Jwan Tul y es un animal raro.
Del toro dueño del ganado y sus rugidos como de ferrocarril
“Yo cuando lo vi allá en el cerro era el año de 1955. Estaba yo caminando por el camino casi llegando a la puerta de una gruta, cuando escuché el pito del toro, pero recio, hasta me asustó, parecía el pito de un ferrocarril, y me paré a la orilla de la gruta, escuché el pito recio y me pareció raro porque ya está hablando a los toros, y cuando escuché entonces, por toda la ruta venían animales, pero corriendo, no caminando, pero como en 20 minutos el toro ya estaba rodeado de otros toros, de vacas, de becerros, entonces el toro empezó a hablar, estaba hablando con los demás y se oía como les decía:
-mmmjj, mmmmjjj, mmjjj, - así decía, quién sabe lo que decía, creo que era la despedida, porque en ese mes murió un toro acá y era un toro grande, le estaban pidiendo al señor que lo vendiera, pero no lo quiso vender, y cuando murió el toro, nadie se lo quiso comer, sólo los zopilotes se lo comieron, aves de rapiña, nadie lo comió, ni el dueño, allá murió, al frente de Don Amilcar, allá murió. Entonces le dije a mi papá y me dijo:
-sí, cuando un toro tiene 10, 12 o 15 años, ya no es un toro, es un Jwan Tul, es un brujo, es el papá del ganado- eso me dijo.”
El Jwan Tul y el auge ganadero
“Gráfila Cuy platicaba que en 1905, Bernardina Vergara Garrido, trabajaba acompañada por su madre Josefa Garrido Rodríguez. Un día cruzaron la puerta de un corral de ganado en un rancho.
Como a las once de la mañana vieron un toro de tamaño exagerado que arrastraba su cola por el suelo. Las mujeres se asustaron y corrieron a prisa. Cuando llegaron a la hacienda Santa Cruz, les contaron a las personas de ahí y ellas les dijeron que lo que vieron no era un toro, sino un Jwan Tul. Les dijeron también que era un dios Satanás, dios de los animales que se transforma en humano.
Dijo que en la hacienda Calcehtok , en 1908, los patrones tenían mucho ganado vacuno y caballos. Tres corrales de a veinte mecates cuadrados se llenaban con toros, vacas, becerros y terneras, aproximadamente tres mil cabezas de ganado cabían ahí.
En abril, en tiempo de secas, los animales se juntaban en el corral durante el día. En una ocasión cuando amaneció, el bebedero, que tenían como cincuenta metros de largo, estaba vacío, el agua había desaparecido totalmente; lo cual les pareció cosa rara. Un día los mayorales los espiaron durante una noche pero el sueño los venció y cuando amaneció el agua había desaparecido de nuevo del bebedero. La siguiente noche volvieron a vigilar el bebedero y vieron que un toro enorme entró al corral a las doce de la noche y se dirigió al bebedero. Ellos estaban tan impresionados que no pudieron hacer nada. Cuando vieron al toro salir del corral, dispararon sus armas al animal.
El encargado del rancho le avisó al patrón de lo sucedido, el patrón le pidió consejo a un sacerdote en Mérida, y éste fue al rancho y lo bendijo con oraciones y de esa forma le dio fin a esas anomalías.”
La ganadería como actividad económica se desarrolló en la Península de Yucatán desde finales del siglo XVII y tuvo su auge durante la primera mitad del siglo XIX. Hacia 1845 existían más de mil 300 haciendas dedicadas a la cría de ganado y el hato ganadero ascendía a más de 400 mil cabezas. La proliferación del ganado causaba graves problemas a la sociedad indígena porque le disputaba la tierra, el agua y destruía las cementeras. El ganado causó un fuerte impacto cultural entre la población indígena y mestiza. La inclusión del ganado vacuno, en especial el toro, no es casual, sino que constituye una evidencia de la importancia que tuvo esta actividad pecuaria en la vida de las comunidades mayas.
El mito sobre un animal como el toro venía asociado también al concepto del mal proveniente de la religión de los dominadores. Los pactos con el diablo eran quizá la forma más asimilable de la sumisión ante el poder de los europeos que detentaban el poder.
Parte del folclor actual es una reminiscencia del periodo ganadero en la Península de Yucatán. La leyenda de Jwan Tul forma parte de la explicación y de la posición que los mayas de los pueblos y haciendas asumieron ante la fuerte competencia del ganado.
Hace más de un siglo que en Calcehtok dejó de criarse ganado y sin embargo la leyenda de Jwan Tul ha permitido mantener viva la memoria colectiva de los tiempos en los que el ganado competía con los habitantes de la naciente comunidad por los recursos necesarios para su supervivencia.
FIN