Raúl Salcedo, bailaor y torero

viernes, 22 de marzo de 2013

LAS DOS CARAS DE ADRIANA MARESMA


Por: Ursula Sánchez Rocha


Aún no sabe que platillo yucateco pedir. Le dice al mesero que le lleve a la mesa un guacamole mientras lo piensa, y así, tostada en mano, Adriana Maresma “La Nani” comienza a bosquejar su propia vida.


La Nani, poder en el tablao
Cuando nace, su abuelo de origen cubano decide ponerle un apodo. Apenas la ve, quizá recién nacida y aún con esa figura arrugadita que tienen los bebés al nacer y dice: “¡ah!, la vieja nana”.  Después su hermano comienza a llamarla Nani.
La Nani estudia baile desde los diez años pero descubre el flamenco a los dieciséis. Para mí el flamenco es una manera de vivir, yo creo que está metido en uno, en su expresión, en cómo vive, siente, en cómo se expresa. Es mi lengua, es mi idioma, es como me puedo identificar, como puedo decir las cosas sin palabras, con mi arte”.
En 1992 debuta en el Festival Internacional de Flamenco de Albuquerque, Nuevo México, (que este 2013 cumple 26 años de celebrarse), con la Compañía del ya fallecido y legendario bailaor italiano, José Greco.
Con la Compañía Teatro Flamenco de la bailaora americana María Benítez, reconocida como líder del baile flamenco, realiza giras por Estados Unidos haciendo temporadas largas en el Metropolitan Opera de Nueva York.
En 1998 le llega la oportunidad de ser solista para la Compañía americana Flamencos Enroute, con la que realiza giras por Europa y Asia.
De ahí que a lo largo de su carrera comparte escenarios con grandes figuras del flamenco como el bailaor madrileño, Joaquín Ruiz; el tenor, Plácido Domingo; la diva, Carmen Linares, una de las grandes voces del flamenco, y el jerezano, Antonio, “el Pipa”.
Como coreógrafa es premiada con Medalla de Oro y mejor estilización en el Festival Internacional de Danza en Bento-Brasil, con “La puerta de mi sangre”.
En Suiza es coreógrafa invitada para el montaje de la ópera Carmen; en Estados Unidos, participa en el montaje de “El Pintor”, en el Centro Cultural Hispano de Albuquerque.
En 2012 realiza la primera gira por Estados Unidos, con su propia compañía, AMFlamenco Company, con el espectáculo “Inspiración Gitana”.
La Nani también imparte clases. Flamenco Sumer Camp es uno de los proyectos que pone a andar desde hace dos años. Es un campamento en Los Caños de Meca, en Cádiz, que dura una semana y en el que se imparten cursos intensivos de baile, guitarra y cante.
A Mérida viene como parte del programa de cursos especializados que ofrecen las academias de danza Península Flamenca y Solera Flamenca, dirigidas por el también bailaor Raúl Salcedo.
Para ella, las claves de su método de enseñanza son la colocación y la postura del codo siempre adelante, pero sobre todo el disfrutar bailando. Se declara muy maniática de la técnica, pero con el entendimiento de que al final no hay que hacer las cosas tan perfectas o tan en su sitio, sino hacerlas como uno lo sienta y enfocarse en desarrollar una expresión única. Lo que más le gusta del flamenco es que cada quien puede crear.
Dice a sus alumnos que la técnica es importante, pero que tienen que encontrar una manera de sentirse seguros consigo mismos, en confianza.
Sobre el estilo de los bailaores La Nani opina que cada uno es diferente, con su personalidad. “Mi sello es la elegancia, las líneas que uso, las manos. Como estudié pintura y fotografía, siempre tengo imágenes en mi cabeza de cómo bailo, los diseños que hago…, es como si estuviera pintando con mi cuerpo, aparte de ser músico, porque bailo con mi cuerpo pero también voy diseñando siempre, voy pintando”.
Una noche sube unos segundos como invitada a un tablao meridano y según los que la ven bailar impresiona la fuerza, experiencia y poder que transmite…



Adriana, esencia de mujer
Ante cada pregunta en la entrevista se ríe nerviosa, luego al final de sus respuestas confiesa no saber si contestó bien. Finalmente afirma que no es buena para la entrevistas.
Adriana Maresma Fois nace en Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos y su sangre es una mezcolanza de raíces cubanas, paraguayas e italianas. Sus casi 1.75 centímetros rebasan el promedio de estatura de la mujer yucateca (1.50). Tiene la piel morena, firme, las piernas infinitamente largas, bien torneadas y una figura esbeltísima. A sus pequeños ojos negros los acompaña una boca grande, de labios bien gruesos, muy ad hoc con su ronca voz y que enmarcan una sonrisa pronta a salir a la mínima provocación.
Es fruto de unos padres que le enseñaron que la honestidad es el valor más importante en la vida y que la han apoyado en todo lo que se ha propuesto.
Amante de los animales, en especial de los perros, ha trabajado en refugios para animales abandonados. Dice que seguro fue un can en otra vida y por eso se identifica tanto con ellos.
También vive la pasión de la pintura, la fotografía y el tenis. “Soy super fan de Rafa Nadal, puedo ver tenis por horas, sentarme y ver partidos todo el día”. Y también le encanta ir la playa y meditar.  Dice que intenta conectar todos los ámbitos de su vida.
Adriana tiene marido y un perro, y uno de sus mayores logros ha sido aprender a preparar paella. Hace un par de años se estableció en Jerez de la Frontera, en España. Ahí comparte su vida con un guitarrista jerezano, en el que se inspira para cocinar comida de la región.
De pronto se detiene, mira sus grandes manos, dedos largos y uñas sin barniz, y dice que hubiera preferido que le diera las preguntas por adelantado…
¿Cuáles son las fortalezas de Adriana? “Soy muy honesta, me guío por la justicia, no me gustan las injusticias y soy protectora de animales”.
¿Y tus debilidades?  “Ingenua, todavía, me creo rápidamente lo que me dice la gente, pero a la vez falta de confianza. Yo creo que esto se debe a los muchos palos que recibe uno en la vida, a que uno pasa por experiencias feas. Aunque me creo lo que me dice la gente o quiero creerlo, soy desconfiada.”
¿Cuál es tu sueño imposible? “No quiero pensar que hay sueños imposibles. Sueño todo el tiempo y eso viene de lo que me enseñaron mis padres; ellos nunca me limitaron en mi mente. Las cosas que yo les decía que quería hacer nunca me dijeron que no podría hacerlas…, yo creo que lo que me proponga lo puedo lograr.”
¿Un sueño alcanzado? “Tener mi propia compañía. Ha sido un sueño que perseguí durante mucho tiempo. Aunque siempre estuve con otras compañías, ahora tengo mi propio grupo, aunque todavía estamos en los comienzos, estamos por arrancar; ese ha sido un logro profesional muy grande para mí.”
¿Un sueño cachondo? “Nadar desnuda en el mar de Tailandia”
¿Un sueño de hombre? Es muy difícil ser mujer en esta profesión. Muchas son directoras de compañías de baile, pero las mujeres tenemos que trabajar el triple y me parece muy injusto. Me siento un poco frustrada en ese sentido. Si hubiera sido hombre hubiera hecho muchísimo más cosas; tendría más trabajo, por que hay tantas bailaoras y menos bailaores.”
Respira profundo, dice que no tiene nada más que decir y le hinca el diente a un trozo de poc chuc, mastica sin pudor, toma una tostada y antes de que alguien pueda advertirle, se sirve del tazón del habanero directo a la boca.
¡Ay Adriana, contraste de mujer y de diosa!

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