Raúl Salcedo, bailaor y torero

viernes, 22 de marzo de 2013

LAS DOS CARAS DE ADRIANA MARESMA


Por: Ursula Sánchez Rocha


Aún no sabe que platillo yucateco pedir. Le dice al mesero que le lleve a la mesa un guacamole mientras lo piensa, y así, tostada en mano, Adriana Maresma “La Nani” comienza a bosquejar su propia vida.


La Nani, poder en el tablao
Cuando nace, su abuelo de origen cubano decide ponerle un apodo. Apenas la ve, quizá recién nacida y aún con esa figura arrugadita que tienen los bebés al nacer y dice: “¡ah!, la vieja nana”.  Después su hermano comienza a llamarla Nani.
La Nani estudia baile desde los diez años pero descubre el flamenco a los dieciséis. Para mí el flamenco es una manera de vivir, yo creo que está metido en uno, en su expresión, en cómo vive, siente, en cómo se expresa. Es mi lengua, es mi idioma, es como me puedo identificar, como puedo decir las cosas sin palabras, con mi arte”.
En 1992 debuta en el Festival Internacional de Flamenco de Albuquerque, Nuevo México, (que este 2013 cumple 26 años de celebrarse), con la Compañía del ya fallecido y legendario bailaor italiano, José Greco.
Con la Compañía Teatro Flamenco de la bailaora americana María Benítez, reconocida como líder del baile flamenco, realiza giras por Estados Unidos haciendo temporadas largas en el Metropolitan Opera de Nueva York.
En 1998 le llega la oportunidad de ser solista para la Compañía americana Flamencos Enroute, con la que realiza giras por Europa y Asia.
De ahí que a lo largo de su carrera comparte escenarios con grandes figuras del flamenco como el bailaor madrileño, Joaquín Ruiz; el tenor, Plácido Domingo; la diva, Carmen Linares, una de las grandes voces del flamenco, y el jerezano, Antonio, “el Pipa”.
Como coreógrafa es premiada con Medalla de Oro y mejor estilización en el Festival Internacional de Danza en Bento-Brasil, con “La puerta de mi sangre”.
En Suiza es coreógrafa invitada para el montaje de la ópera Carmen; en Estados Unidos, participa en el montaje de “El Pintor”, en el Centro Cultural Hispano de Albuquerque.
En 2012 realiza la primera gira por Estados Unidos, con su propia compañía, AMFlamenco Company, con el espectáculo “Inspiración Gitana”.
La Nani también imparte clases. Flamenco Sumer Camp es uno de los proyectos que pone a andar desde hace dos años. Es un campamento en Los Caños de Meca, en Cádiz, que dura una semana y en el que se imparten cursos intensivos de baile, guitarra y cante.
A Mérida viene como parte del programa de cursos especializados que ofrecen las academias de danza Península Flamenca y Solera Flamenca, dirigidas por el también bailaor Raúl Salcedo.
Para ella, las claves de su método de enseñanza son la colocación y la postura del codo siempre adelante, pero sobre todo el disfrutar bailando. Se declara muy maniática de la técnica, pero con el entendimiento de que al final no hay que hacer las cosas tan perfectas o tan en su sitio, sino hacerlas como uno lo sienta y enfocarse en desarrollar una expresión única. Lo que más le gusta del flamenco es que cada quien puede crear.
Dice a sus alumnos que la técnica es importante, pero que tienen que encontrar una manera de sentirse seguros consigo mismos, en confianza.
Sobre el estilo de los bailaores La Nani opina que cada uno es diferente, con su personalidad. “Mi sello es la elegancia, las líneas que uso, las manos. Como estudié pintura y fotografía, siempre tengo imágenes en mi cabeza de cómo bailo, los diseños que hago…, es como si estuviera pintando con mi cuerpo, aparte de ser músico, porque bailo con mi cuerpo pero también voy diseñando siempre, voy pintando”.
Una noche sube unos segundos como invitada a un tablao meridano y según los que la ven bailar impresiona la fuerza, experiencia y poder que transmite…



Adriana, esencia de mujer
Ante cada pregunta en la entrevista se ríe nerviosa, luego al final de sus respuestas confiesa no saber si contestó bien. Finalmente afirma que no es buena para la entrevistas.
Adriana Maresma Fois nace en Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos y su sangre es una mezcolanza de raíces cubanas, paraguayas e italianas. Sus casi 1.75 centímetros rebasan el promedio de estatura de la mujer yucateca (1.50). Tiene la piel morena, firme, las piernas infinitamente largas, bien torneadas y una figura esbeltísima. A sus pequeños ojos negros los acompaña una boca grande, de labios bien gruesos, muy ad hoc con su ronca voz y que enmarcan una sonrisa pronta a salir a la mínima provocación.
Es fruto de unos padres que le enseñaron que la honestidad es el valor más importante en la vida y que la han apoyado en todo lo que se ha propuesto.
Amante de los animales, en especial de los perros, ha trabajado en refugios para animales abandonados. Dice que seguro fue un can en otra vida y por eso se identifica tanto con ellos.
También vive la pasión de la pintura, la fotografía y el tenis. “Soy super fan de Rafa Nadal, puedo ver tenis por horas, sentarme y ver partidos todo el día”. Y también le encanta ir la playa y meditar.  Dice que intenta conectar todos los ámbitos de su vida.
Adriana tiene marido y un perro, y uno de sus mayores logros ha sido aprender a preparar paella. Hace un par de años se estableció en Jerez de la Frontera, en España. Ahí comparte su vida con un guitarrista jerezano, en el que se inspira para cocinar comida de la región.
De pronto se detiene, mira sus grandes manos, dedos largos y uñas sin barniz, y dice que hubiera preferido que le diera las preguntas por adelantado…
¿Cuáles son las fortalezas de Adriana? “Soy muy honesta, me guío por la justicia, no me gustan las injusticias y soy protectora de animales”.
¿Y tus debilidades?  “Ingenua, todavía, me creo rápidamente lo que me dice la gente, pero a la vez falta de confianza. Yo creo que esto se debe a los muchos palos que recibe uno en la vida, a que uno pasa por experiencias feas. Aunque me creo lo que me dice la gente o quiero creerlo, soy desconfiada.”
¿Cuál es tu sueño imposible? “No quiero pensar que hay sueños imposibles. Sueño todo el tiempo y eso viene de lo que me enseñaron mis padres; ellos nunca me limitaron en mi mente. Las cosas que yo les decía que quería hacer nunca me dijeron que no podría hacerlas…, yo creo que lo que me proponga lo puedo lograr.”
¿Un sueño alcanzado? “Tener mi propia compañía. Ha sido un sueño que perseguí durante mucho tiempo. Aunque siempre estuve con otras compañías, ahora tengo mi propio grupo, aunque todavía estamos en los comienzos, estamos por arrancar; ese ha sido un logro profesional muy grande para mí.”
¿Un sueño cachondo? “Nadar desnuda en el mar de Tailandia”
¿Un sueño de hombre? Es muy difícil ser mujer en esta profesión. Muchas son directoras de compañías de baile, pero las mujeres tenemos que trabajar el triple y me parece muy injusto. Me siento un poco frustrada en ese sentido. Si hubiera sido hombre hubiera hecho muchísimo más cosas; tendría más trabajo, por que hay tantas bailaoras y menos bailaores.”
Respira profundo, dice que no tiene nada más que decir y le hinca el diente a un trozo de poc chuc, mastica sin pudor, toma una tostada y antes de que alguien pueda advertirle, se sirve del tazón del habanero directo a la boca.
¡Ay Adriana, contraste de mujer y de diosa!

Ella baila sola….



 Si el egoísmo sobre el tablao tuviera forma de mujer sería “Tati”. Mediría 1.65. Tendría unos pies diminutos y unos ojos aceitunados que algunas arrugas empujan hasta hacerlos pequeños. Llevaría unos pantalones diablísimos. En un tono rojo que se le impregnan más con el sudor en las piernas de una mujer considerada desde 2009 Patrimonio Español por el Consejo Internacional de la Danza en la Unesco.



En el centro de la ciudad, un restaurante italiano en el callejón del Congreso nos albergó durante la entrevista.

Momentos antes me llamaba la atención su autoridad en el tablao de la academia Península Flamenca, en el que dice repetitivamente a sus alumnas: “Mira, es fácil… “ y en el salón sus palmas, voz ronca y taconeo se convierten en música, la única que las acompaña durante el curso.

La Tati ha pasado más de cincuenta años instruyéndose para hacer un ejercicio bueno y ser honesta a la hora de bailar. Empezó en el Teatro Toledo de Madrid cuando tenía cuatro años y a esa edad ganó el concurso de baile que ahí se celebraba por el día de la Paloma. A los doce ya era una profesional.

Le pregunto quién es un bailador profesional. Me corrige y dice que el término correcto para alguien que baila flamenco es bailaor.
- Es el que ya ha pasado la técnica y todas estas cosas que son muy necesarias, el que se encuentra a sí mismo y se realiza a través de la motivación que le da el flamenco, motivación espiritual, del movimiento del cuerpo, del alma, de la cabeza, del corazón, de todo. -

Para ella el flamenco es ser libre porque no tiene una norma, porque tiene muchas formas de realizase y de hacerlo bien. El flamenco da opciones.
  
Fideos con frutos del mar fue el platillo de su elección.

Hurga un poco en su bolso acharolado y me enseña un libro que lleva dentro, se llama Oscuros.   Es parte de una tetralogía que trata sobre el amor prohibido y los ángeles caídos.

“La trama de los ángeles me interesa mucho. Debes saber que el tema me ha llegado por casualidad y de manera recurrente desde aquella vez que compré uno de Coelho”.

Y se lamenta de no tener más tiempo para la lectura y presume de tener una biblioteca extensa compuesta de biografías, novelas y poesía.
  
Debía de haberse llamado Tatiana, así la quería bautizar su madre, pero en ese tiempo en España estaba prohibido usar nombres rusos. La guerra fría entre Estados Unidos y Rusia había hecho que el régimen franquista reforzara el anticomunismo para ser aceptado en el mundo occidental. Francisca Sadornil estaba bien, pero tal como se iría definiendo su carácter, tercamente la llamaron Tati, a pesar de las prohibiciones.

Al hablarme de su profesionalismo cuenta: “La responsabilidad es dar verdad, conocer el por qué se baila flamenco”.
  
Se distrae por un momento y cuando vuelve a la conversación me cuenta que los tablaos de Madrid fueron su escuela. No había estudios y no había más escuelas que la de la vida y la del tablao. La Tati dejo el tablao, que era la única escuela para aprender, y de ahí migró al teatro.
“Ya cuando el tablao no me podía aportar nada más para prender, me quedó chico y pasé al teatro”.

A lo largo de su carrera ha sido acompañada por Camarón de la Isla, Paco de Lucía y Ella Fitzgerald, por nombrar algunos y aunque ha participado en importantes eventos que marcaron la historia del flamenco como el Festival Flamenco Gitano de  Liman & Rau, la compañía de Teatro Danza de Luisillo, la Cumbre Flamenca del Baile o la Bienal de Arte Flamenco, nunca se sintió intimidada frente al público.

La Tati es muy egoísta y el algún punto me dice:
- Uyy  a mí el público no  me presiona. En el escenario mando yo. El público ha pagado para verme. Yo no tengo porqué bailar para el público, yo bailo para mí y espero que al público le guste y hasta ahora le gusta. - Y remata, “por el público y por el aficionado soy artista, porque si no hubiera público no hubiera artistas”.

Explica que en el tablao y en el teatro las emociones cuando baila son diferentes. Que en el tablao la gente está distraída comiendo y bebiendo y en el teatro la gente está expectante y atenta de hasta el mínimo detalle.                                     “Yo cuando salgo al escenario siento hasta la respiración del público, el teatro es mágico. Yo me siento muy a gusto en el escenario, no tengo ninguna presión, no la he tenido nunca y creo que no la tendré”.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

- Uyy me parece que hoy. Cuando vienen las cosas difíciles soy dura. La vida me ha curtido la piel a fuerza de.. - hace un pausa y después continúa - pero luego soy muy sensible puedo llorar con una película de dibujos animados -

Sobre los sueños dice: “Y hoy precisamente tuve un sueño un poco raro con un hijo mío. Cuando me desperté estaba un poco llorosa y después en la piscina me sentí feliz de estar en Mérida trabajando con mis alumnas y le di gracias a dios y lloré. Se puede llorar de alegría, de dolor, de muchas formas”.

¿Y alguna vez pide perdón?
- Pues no me acuerdo porque procuro cometer pocos errores. Si he cometido una falta pido disculpas. He pedido perdón alguna vez a mis hijos o a mi madre. Busco el momento, la ocasión. Las cosas se suavizan, todos cometemos errores y a no ser un error grave, una disculpa o un lo siento es suficiente. -

Ella considera que no odia nada de sí misma: “Ohh yo nada! Yo me quiero un montón, yo como me voy a odiar. Si yo me quiero muchísimo... no es ego ni orgullo eh? Pero estoy feliz con mi vida y creo que hago una gran labor”.

¿Qué la hace feliz?

- La felicidad no es que te haga, hay que buscarla en las cosas muy simples, en las cosas normales de la vida, porque la gran felicidad,  es la gran mentira. La felicidad no existe, solamente existen los estados felices. -

¿Cuál es el momento que más disfruta de un espectáculo de flamenco?

- Cuando termina (se ríe y sigue) cuando termina y me aplaude el público, digo: ya! Es como un parto -.

Mira sus uñas pintadas de rojo tinto y dice que ahora está haciendo teatro, la Casa Bernarda Alba de García Lorca, que ha hecho madre coraje de Bertolt Brecha y que en año 2010 hizo Macbeth, Miami.

Ella está convencida que el flamenco lo que necesita para prevalecer es una selección de maestros. Enfatiza que hoy en día hay muchos profesores enseñando, pero que no son maestros. Que para ser un maestro se necesita sabiduría y tener la capacidad para corregir. El maestro no solamente enseña pasos, enseña vida, enseña experiencia. Hace falta saber quien sabe y quien no sabe, porque el que no sabe y enseña está haciendo mucho daño.

La noche transcurre en Mérida y la Tati reclama sobre el platillo que le acaban de poner en la mesa:
- Oye, que pocos fideos me has echao no? Dile que me echen unos poquitos más, toma, llevátelo, que yo no quiero puros mariscos. Se llama espagueti con fruto de mar y ahí esta toda la frutería del mundo, menos espagueti… -

Me quedo con la con la frase de la Tati, para la que bailar es cosa fácil:
“Ama lo que haces, disfruta con ello. Y si lo quieres, te gusta y lo disfrutas, sigue bailando querida, baila siempre, baila siempre…”

martes, 24 de julio de 2012

La Fiesta Brava, inspiradora de profesiones


Por Úrsula Sánchez Rocha
“Dichoso es aquel que tiene una profesión que coincide con su afición”, George Bernard Shaw, premio Nobel de Literatura en 1925
Grandes profesionales de diversas disciplinas se rinden a los pies de la tauromaquia. Muchos de ellos le han dedicado parte de su carrera o todo el ejercicio de su profesión a estudiarla y han hecho grandes aportaciones para fundamentarla, rendirle culto, preservarla pero sobre todo enaltecerla.
Un escritor, Fernando Savater
"Sí, en el toreo está presente la muerte, pero como aliada, como cómplice de la vida: la muerte hace de comparsa para que la vida se afirme."
El escritor y filósofo español ha producido alrededor de 50 obras e incontables artículos traducidos al inglés, francés, sueco, italiano, portugués, alemán, japonés y danés. Obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en 1982, el VIII Premio Anagrama de ensayo por Invitación a la ética, el premio de ensayo "Mundo", el Premio Francisco Cerecedo de periodismo y fue finalista en 1993 del Premio Planeta con su novela El jardín de las dudas, sobre uno de sus autores preferidos, Voltaire, y en 2008 ganador del Premio Planeta con La hermandad de la buena suerte.
Savater también es profesor en la facultad de filosofía de las Universidades de Madrid y Euskadi, y articulista en el diario El País.
En 2010 presentó un ensayo llamado Tauroética a raíz del debate taurino en el Parlamento catalán. En general, la obra es una reflexión sobre la relación entre hombres y animales y aunque se ha declarado aficionado a la Fiesta, el libro de Savater no es a favor de las corridas de toros, si no que desarma las teorías animalistas. En él aborda la relación con los animales y cómo no se pueden aplicar con éstos los mismos criterios morales que en la relación con las personas.
Un director de cine, Günter Schwaige
Como muchos aficionados el austriaco Gunter Schwaige  sucumbió al encanto de la Fiesta Brava luego de asistir por primera vez a una corrida de toros. Fue tal su impresión que dedicó tiempo a estudiar el mundo de la tauromaquia. Combinó su profesión de cineasta con su afición a los toros al crear el documental Arena. Su principal objetivo era explicar los valores de la Fiesta y la necesidad de conservarla como algo único y excepcional en la cultura universal. Arena pone al descubierto las manifestaciones populares que tienen al toro como protagonista. Describe allí la vocación del torero, especialmente la de los novilleros, y la situación que atraviesan las corridas de toros al momento de rodar su película. En octubre de 2009 tuvo lugar la premier en el marco del Festival Internacional de Cine de Viena logrando gran aceptación de crítica por parte del público y el jurado. 
Schwaige estudió etnología y teatro en la Universidad de Viena. Dirige obras de teatro, ópera, cortometrajes y documentales que han participado en festivales internacionales. Ha recibido reconocimientos a su trabajo como el Premio Especial de Artes y Cultura de la Ciudad de Salzburgo.
Un escritor, periodista y político, Vicente Blasco Ibáñez
Blasco Ibáñez, de nacionalidad española,  estudió Derecho, aunque dedicó su vida a la política, al periodismo y a la literatura. Una de sus grandes obras políticas fue Los cuatro jinetes del Apocalipsis, que escribió en 1916 por encargo del presidente francés Raymond Poincaré y que versaba sobre la guerra. Fue el libro más vendido en Estados Unidos en 1919 y el actor Rodolfo Valentino la interpretó en el cine.
En 1908 publicó la novela Sangre y arena inspirada parcialmente en la vida del torero sevillano Juan Gallardo, El Espartero, que murió de una cogida en la Monumental de Madrid en 1894. El propio escritor dirigió una adaptación cinematográfica de su obra junto al director francés Max André en 1916. En 1941 se estrenó la película basada en la novela y dirigida por el cineasta armenio estadounidense Rouben Mamoulian en la que participó la actriz neoyorquina Rita Hayworth, figura emblemática de la edad de oro del cine estadounidense.
Blasco Ibáñez escribió más de 40 obras literarias y al menos una decena de ellas fueron adaptadas para el cine.

Un filósofo, Francis Wolff
El filósofo francés Francis Wolff es integrante del comité científico del Observatorio Nacional de Culturas Taurinas, que consiguió que los toros sean declarados Patrimonio Cultural Inmaterial en Francia en 2011. Imparte clases como catedrático en la Escuela Normal Superior de la Universidad de París. Antes ha impartido clases en las universidades de Paris-X-Nanterre, en la de Reims y en la de São Paulo, Brasil.
Sus principales obras son Sócrates (1994), Aristóteles y la política (1997), El ser, el hombre, el discípulo (2000), Decir el mundo (2004) y Filosofía de las corridas de toros (2007).
El eminente filósofo se ha convertido en referencia del movimiento taurino. No sólo en Francia, sino también en España, donde participó en la comisión del Parlamento catalán cuando discutía la abolición de las corridas de toros.
“Sólo hay un argumento contra las corridas de toros y no es verdaderamente un argumento. Se llama sensibilidad”. Así comienza su obra 50 razones para defender la corrida de toros, conjunto de argumentos objetivos contra el antitaurismo desde el punto de vista de la filosofía, de la historia, del arte e incluso de la ecología. Según Wolff el mejor argumento a favor de la Fiesta es que “los aficionados no son crueles, perversos ni sádicos: la primera emoción que se suscita en la plaza es la admiración”. El filósofo francés también alerta sobre un “enemigo interno” de la tauromaquia: “La mala conciencia, el complejo que tienen muchos aficionados de que les gusta algo que no consideran que está del todo bien”.
El filósofo ha sido premiado en numerosas ocasiones por su defensa filosófica de la Fiesta.

Un periodista taurino radiofónico, Julio Gallego Alonso
Julio Gallego Alonso se hizo aficionado a los toros en su infancia mientras leía a Corrochano, famoso por sus crónicas taurinas publicadas en el diario español  ABC. Fue uno de los primeros en hacer doblajes en España en la década de los treinta. En los cuarenta fue la voz más importante del periodismo taurino de la postguerra. En los cincuentas se hizo acreedor al Premio Ondas por su labor taurina para la Radio Nacional de España.

Un médico Cirujano, Máximo García de la Torre
Los médicos Máximo García de la Torre y su hijo Máximo García Padrós, y sus predecesores Jacinto Segovia y Luis Jiménez Guinea han devuelto la vida a cientos de toreros a lo largo de los 76 años de la historia de Las Ventas. 

Máximo García de la Torre formó parte del equipo médico de la enfermería de la Plaza de Las Ventas y el Sanatorio de Toreros desde 1942. Tras el fallecimiento del doctor Jiménez Guinea, que en ese momento ocupaba el puesto de cirujano jefe de la enfermería y del sanatorio, García de la Torre pasó a ser la máxima autoridad de la plaza de Madrid.
La Sociedad Española de Cirugía Taurina instituyó en 1999 el premio Máximo García de la Torre. El galardón se convoca cada cuatro años y distingue a cirujanos taurinos que envían trabajos o estudios de carácter literario, clínico y/o técnico-quirúrgico relacionados con la cirugía taurina en sus diversas facetas.
En 2001 el Ayuntamiento de Madrid develó una placa homenaje a García de la Torre en su domicilio.


Un fotógrafo, Paco Cano
Para escapar de la pobreza, cuando tenía 17 años Paco Cano prueba suerte como boxeador. Sin mucho éxito decide debutar como espontáneo en Alicante, hasta que sufre su primera cornada. Durante la Guerra Civil Española va a Madrid y se esconde en casa de un amigo suyo que es fotógrafo y sigue intentando ser torero. Aprende a usar la cámara y en combinación con su experiencia en el ruedo aventaja a otros fotógrafos de la época pues domina la técnica de saber captar el momento clave de la corrida o en el que se produce el percance. Dedicado por completo a la fotografía, consigue hacer reportajes de los grandes maestros toreros de entonces, como Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, Luis Miguel Dominguín y Manolete. Colabora con publicaciones en ABC, Marca, El Ruedo y Aplausos, pero decide dedicarse de lleno como fotógrafo independiente.
Paco Cano fue el único reportero gráfico presente en Linares, aquella histórica tarde de Agosto de 1947, en la que falleció Manolete. Sus imágenes develaron el rostro del matador ante la prensa y la sociedad, que conocían al torero únicamente por sus declaraciones en la radio.

Un diseñador de modas, Yves Saint Laurent
Chaquetillas con bordados en oro y lentejuelas, capas, boleros y taleguillas similares a las de los toreros, develan que la Fiesta fue fuente de inspiración para este reconocido diseñador de modas. La obra Tauromaquia de Goya alentó la creatividad de Saint Laurent a la hora de crear su colección otoño-invierno de 1979.
Lo que caracterizaba los diseños del modisto francés era la unión indisoluble entre la moda y el arte. Yves era aficionado a las obras de arte y sus colecciones las inspiraba en creaciones artísticas que le impactaban y que enaltecían el arte.

Un sastre, Justo Algaba
Ha vestido a toreros españoles como a Curro Romero, Rafael de Paula, Antoñete, Paco Ojeda, El Juli, Enrique Ponce, José María Manzanares Juan Bautista, Rafael Camino, Cayetano Rivera, Espartaco entre otros. Mexicanos como Fermín Espinoza Armillita, El Zotoluco, Eloy Cabazos, Manolo Mejía, Federico Pizarro y Alejandro Silvetti, novilleros como Luis Procuna y rejoneadores como Pablo Hermoso de Mendoza y Leonardo Hernández.
Pero Justo Algaba ni soñaba que sería sastre. Quería ser piloto de aviones pero no lo logró. En Madrid, buscando trabajo llegó a una sastrería de toreros y fue allí, donde surgió su deseo de pertenecer al mundo del toro. Hace casi 30 años que instaló su sastrería en la capital española, y hoy tiene sucursales en Sevilla y México, aunque su ropa se vende desde Nueva York hasta Japón.
El sastre tiene tal conocimiento de lo que significa la ropa de torear, que en sus creaciones, combina no sólo los designios de la moda, sino también la última tecnología, utilizando máquinas especiales para bordar y materiales textiles que repelen la sangre. Pero su afición y gusto por la moda taurina va más allá, y haciendo equipo con su esposa incorporó a su empresa ropa femenina y complementos inspirados en los vestidos de torear; como camisas, chalecos, hombreras, pañuelos, zapatos, carteras, bolsos o cinturones.

Un  pintor y cartelista taurino, Carlos Ruano Llopis
Su primer trabajo fue en un taller de fabricación de abanicos donde adquirió cierta destreza en las técnicas del dibujo. Después estudió en la Academia de Bellas Artes en Valencia y más tarde siguió estudiando en Italia.
Su enorme afición por el mundo de los toros hizo que el tema fuera el más destacado de su obra. En 1912 pinta un óleo con temática taurina y lo envía a la imprenta litógrafa Ortega, cuyo dueño llama de inmediato al artista para ofrecerle trabajo en sus talleres. Esta pintura sería litografiada al año siguiente y diseñada para la corrida de toros en la que el 16 de octubre de 1913 se anunciaba la despedida de Ricardo Torres “Bombita” del mundo de los toros.
Participó en exposiciones colectivas, diseñó e ilustró portadas de libros sobre monografías taurinas y postales. En 1931 publicó su primer libro Impresiones del Natural en el que se recogen los diversos momentos de la lidia interpretados por los toreros de la época. En México expuso su obra ante la insistencia de los toreros Juan Silveti y Armillita e invitado por el semanario Toros y Deportes. Después de la muerte de su madre, regresó a México a vivir y continuó con su trabajo pictórico taurino agregándole motivos de los rodeos mexicanos y la charrería. En 1943 publicó su segundo libro, Mi tauromaquia.
Él mismo diseñó los carteles que anunciaban la película Sangre y Arena.

Dedicación, entrega, compromiso pero sobre todo pasión por su afición a la Tauromaquia, es el común denominador de estos profesionales que han trascendido cada uno en su disciplina y en su época. Este puñado de personajes, a través de sus obras, creaciones y desempeños se han dedicado a darle un valor agregado a la Fiesta. Si la Fiesta tuviera ángeles de la guarda, serían personas como ellos, que han dedicado su vida a enaltecerla, embellecerla, a conservarla, a llevarla por el mundo, a ponerla al alcance de todos y mejor aún, a protegerla.